Cuando las células grasas se acumulan de forma anormal, puede confundirse con obesidad, pero puede tratarse de un problema completamente diferente: lipedema. Alessandra Casagrande revela los mitos y las verdades sobre esta dolorosa afección médica que afecta a miles de personas. Continúe leyendo para saber cómo puede mitigar el riesgo.
¿Alguna vez has escuchado (o pensado) algo de lo siguiente…? “Tengo sobrepeso, sigo una dieta saludable y hago ejercicio, pero no cambia”, “Normalmente me duelen mucho las piernas”, “Mis piernas y brazos se ven diferentes al resto del cuerpo: siento como pequeños granos bajo la piel”.
Como instructora de Les Mills, entrenadora personal y nutricionista, llevo más de 20 años trabajando con mujeres y a menudo he escuchado afirmaciones como las mencionadas. Debo confesar que al principio yo también caí en los clichés habituales, pensando que esas personas no eran sinceras consigo mismas. Pero, ¿saben qué? ¡Me equivocaba! En aquel entonces desconocía la existencia del lipedema.
Entonces, ¿qué es el lipedema?
El lipedema es una enfermedad genética con una incidencia predominantemente femenina. Afecta a aproximadamente el 11 % de la población mundial (y su incidencia va en aumento) y aparece en la pubertad, el embarazo o la menopausia.
Esta afección inflamatoria, crónica, degenerativa e incapacitante afecta el tejido conectivo laxo y los adipocitos, provocando un aumento progresivo y fibrótico del tejido adiposo. Como resultado, las células grasas se acumulan de forma anormal. El lipedema suele afectar los glúteos, los muslos, las pantorrillas y, en ocasiones, los brazos. Suele ir acompañado de hinchazón (edema), inflamación sistémica y dolor. Si no se trata, puede provocar discapacidades graves.
El lipedema es diferente del sobrepeso y la obesidad normales. Además, el tejido adiposo afectado por el lipedema es resistente a las formas clásicas de ejercicio físico y a los cambios en la dieta.
Síntomas comunes del lipedema
Los síntomas más comunes son dolor en las piernas al pellizcarse, piel que se magulla con facilidad, pesadez o debilidad en las piernas, fatiga y piel tersa con una sensación de “bolsa de frijoles” debajo. Otros síntomas son: hipermovilidad; temperatura corporal fría frecuente; hematomas frecuentes; y sensibilidad al tacto.
¿Sufre usted de lipedema o está en riesgo de padecerlo?
Si sospecha que podría sufrir lipedema, el primer paso es consultar con un médico especializado en edemas y sistema linfático. ¡Un diagnóstico temprano puede prevenir el empeoramiento! El segundo paso es planificar un enfoque multidisciplinario que incluya fisioterapia, actividad física adaptada y cambios en la dieta. Existen opciones quirúrgicas para casos graves.
Cómo los cambios en la dieta pueden ayudar al lipedema
Según las investigaciones , el tratamiento nutricional más reconocido es una dieta baja en carbohidratos. En octubre de 2023, asistí al Congreso Mundial de Lipedema en Potsdam, Alemania, donde, entre los enfoques nutricionales, se destacó la dieta cetogénica por sus beneficios para la pérdida de peso y el alivio del dolor. Esta dieta cetogénica reduce drásticamente la ingesta de carbohidratos, estimulando en primer lugar el agotamiento primario de las reservas de glucógeno muscular y hepático. Los cuerpos cetónicos se convierten en la nueva fuente de energía. Normalmente, una dieta cetogénica, con una ingesta normal de proteínas y un alto contenido de grasas, se basa en una distribución específica de macronutrientes con ajustes continuos. Por eso es fundamental contactar con un nutricionista especializado; ¡no se recomienda la autogestión!
¿Puede el deporte o el ejercicio aliviar el lipedema?
El profesor Dr. Alexandre Campos Moraes Amato sugiere que cuando se trata de lipedema, la ansiedad y el estrés pueden ser fuentes clave de inflamación y la actividad física es la mejor manera de reducirla.
Sabemos que durante el entrenamiento generamos inflamación natural y nuestro cuerpo reacciona para reparar el daño, volviéndose más fuerte y saludable. Sin embargo, al tratar el lipedema, donde la inflamación siempre está presente, el objetivo es evitar generar más estrés sistémico. A pesar de esto, es necesario fortalecerse. Esto se debe a que el lipedema suele ir acompañado de falta de fuerza e hipermovilidad, lo que expone al riesgo de lesiones.
Entonces, ¿cuál es la mejor actividad física?
En cuanto a la investigación sobre el lipedema, aún es incipiente y aún queda mucho por hacer (y con resultados satisfactorios). Los estudios sugieren que los ejercicios de baja intensidad, caminar, el yoga, el pilates, los ejercicios acuáticos y el entrenamiento con bandas elásticas son métodos bien valorados para que las personas con lipedema mejoren su fuerza muscular.
Sea cual sea el ejercicio, el objetivo no es necesariamente el rendimiento, sino la constancia. Generalmente, se recomienda disminuir la intensidad y aumentar la frecuencia. Los síntomas del lipedema son cíclicos y cambian según la etapa de la enfermedad. Lo que te hace sentir bien hoy, mañana podría no serlo. Cuando el dolor y la inflamación sean altos, reduce la intensidad del ejercicio. Conocerse a uno mismo es clave: conoce tu cuerpo, tu estado de bienestar y úsalo para medir la intensidad de tu entrenamiento.